La primera noche en Olacapato fue complicada. No les voy a mentir. Dormí muy pocas horas y cuando salió el sol, me levanté con un dolor de cabeza infernal. ¿Qué fue lo que causó esta situación? La altura. No es sencillo vivir a 4.050 metros sobre el nivel del mar. 

Luego de haber llegado al pueblo de la puna salteña con todo el equipo del Rally Solidario Argentino, pasamos la primera noche en la casa de Doña Marcela. Ya lo mencioné en varias ocasiones, pero no alcanzan las palabras de agradecimiento hacia ella y su familia. 

Las noches en Olacapato son bien frías, pero por suerte todos los que no teníamos camperizado nuestro vehículo, pudimos dormir bajo techo, en una cama y super abrigados con todas las mantas que la dueña de casa nos entregó. 

A eso le sumamos una botella con agua caliente. ¿Y eso para qué? Es una costumbre de la zona que consiste en colocar el envase sobre las sábanas con el objetivo de mantener la cama a buena temperatura. ¡Ideal para calentar los pies durante toda la noche!

Un duro amanecer

En otras ocasiones ya les hablé del apunamiento o, como también se lo puede conocer, “el mal de altura”. Cada miembro del equipo lo vivió de una manera distinta, con mayor o menor intensidad. 

Edu, el piloto de la Volkswaguen Transporter, ya lo empezó a sentir en Salta capital, pero al mismo tiempo Pablo, el piloto del Renault 4 conocido como “La Bestia Roja”, casi que no le afectó pasar una semana a semejante altura. 

Yo (Nacho) pasé por diferentes situaciones. En Salta capital no sentí nada, pero en San Antonio de los Cobres me afectó bastante. Sin embargo, el momento más crítico fue esa primera mañana en Olacapato. 

Me levanté gracias a un intenso dolor de cabeza y con pocas energías. Recuerdo que de la cama me fui directamente a la camioneta para tomar un ibuprofeno y luego desayuné un té de coca para combatir el malestar. 

Por suerte todo hizo efecto y a las dos horas ya me encontraba perfecto, pero no puedo negar que mi primera mañana a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar fue algo bastante compleja. 

Todo es cuestión de tiempo. Ya les contaré que sobre el final del viaje pasamos por un lugar ubicado a 4.630 msnm y, para mi sorpresa, mi cuerpo ya se había acostumbrado a la altura. No me dolió la cabeza, tenía buena energía y dejé de tomar ibuprofenos. 

¡Que empiece el trabajo solidario!

Cerca de las 11 de la mañana, después de acomodarnos y disfrutar un rico desayuno servido por Doña Marcela, el equipo del Rally Solidario Argentino salió a caminar por las calles de Olacapato. 

La primera parada fue a unos 150 metros. Allí vive un hombre grande, que necesitaba un colchón. No lo encontramos en casa, pero lo dejamos en la puerta y más tarde nos confirmó que lo había recibido. 

Completada esa etapa, a pie continuamos caminando por el pueblo rumbo al puesto sanitario. Al igual que en todos los pueblos de la puna, por allí pasamos para dejar una caja repleta de medicamentos, barbijos y todo tipo de elementos muy importantes. 

Por cuestiones de la pandemia, la gran mayoría del equipo tuvo que quedarse afuera del establecimiento, mientras que Iván y Lisa, nuestra amiga de Austria que junto a Bauti nos acompañaban en un lindo Renault 4 verde; fueron los únicos en ingresar. 

Se vivió un momento super emocionante. La mujer que nos atendió se mostró muy agradecida por todo y claro que ya quedamos en contacto para volver a abastecer el puesto cuando regresemos a Olacapato.

Bajo esas circunstancias se terminó la mañana. Había que regresar a lo de Doña Marcela para disfrutar un rico almuerzo y en el camino aprovechamos a conocer rápidamente lugares muy interesantes del pueblo.

Iglesia-Olacapato-Salta

Además de ver por fuera otro sector de la escuela que habíamos reconocido la noche anterior, nos topamos con un colegio de educación técnica y también observamos la pintoresca iglesia del pueblo, que se mantiene en pie desde el año 1969. 

Una tarde a plena actividad

Uno de los sitios que teníamos pensado visitar en nuestro viaje era Santa Rosa de los Pastos Grandes. Era un sector de la puna desconocido para todos los integrantes del Rally Solidario Argentino.

¿Les adelanto algo? Lo terminamos conociendo, pero en el medio los planes cambiaron mucho. Sucede que en nuestro primer día por Olacapato nos avisaron que la ruta hacia Pastos Grandes no estaba buena y eso modificó todo. 

Nosotros teníamos muchas donaciones que entregar en el segundo pueblo y entonces, para cumplir el objetivo, nos comunicamos, le comentamos la situación y ellos enviaron dos camionetas a Olacapato para buscar todas las cosas. 

Donaciones-Olacapato-Pastos-Grandes-Salta

En ese momento no teníamos pensado ir hasta allá, pero después nos animamos. ¿Qué sucedió? ¿Por qué cambiamos de idea? ¿Fuimos todos los pilotos? Eso te lo contaré en las próximas notas. 

Ahora es momento de centrarnos en la linda tarde solidaria que compartimos en Olacapato. Todos los viajeros del Rally, incluidos Jimena y Kyle, la pareja estadounidense que se sumó a la aventura, ayudamos para cargar decenas de bolsas en la camioneta. 

Y en el proceso también se sumaron Patricia y Stefan de Explorer Souls. ¡La pareja, que se incorporó al grupo durante esa jornada, llegó manejando desde Europa!

A bordo de una Ford Transit, iniciaron su recorrido en Alemania sin fecha de regreso, se animaron a cruzar el Océano Atlántico y condujeron hasta Sudamérica. Finalmente llegaron a Salta y nos pasaron a visitar en Olacapato. ¡La magia de los viajes!

A merendar con los chicos de la escuela

Una vez que despedimos a las dos camionetas que regresaron para Santa Rosa de los Pastos Grandes, seguimos disfrutando de Olacapato y fuimos invitados a la escuela para conocer a los alumnos. 

Llegamos caminando, ingresamos y en el patio había cerca de 20 chicos de todas las edades, formados con su guardapolvo blanco, dándonos la bienvenida. ¡Un momento único!

Escuela-Olacapato-Salta

Mientras que nos contaban cómo se llamaban, escuchamos el nombre “Iker” y nos resultó familiar. Así es, era el mismo chico que habíamos conocido 24 horas antes, cuando fuimos hasta su casa, lejos de todo, a entregarle donaciones. 

A pesar de tener que mantener distanciamiento social por el Covid-19, disfrutamos un montón. Todos los alumnos fueron invitados a dejar su firma en “La Bestia Roja”, así como también algunos docentes escribieron palabras de agradecimiento sobre la chapa del auto. 

Con alegría, emoción y mucha felicidad, cerramos la tarde junto a ellos. Antes de despedirnos, le entregamos un alfajor a cada estudiante y luego el grupo entero regresó a sus respectivos salones. 

Un poco de turismo

El reloj marcó las 16 horas y ya habíamos terminado con el segundo recorrido solidario de la jornada.

Dado que al otro día seguiríamos viaje, aprovechamos la última tarde en Olacapato para ir a conocer algunos de sus paisajes más famosos, dentro de la zona más urbana y también en los alrededores. 

Todo arrancó por la estación de tren. Al igual que muchos pueblos de la puna, el más alto del país tiene su propia terminal ferroviaria, pero no recibe servicios de pasajeros desde el año 1990.

El recorrido, utilizado únicamente por formaciones de carga, podría ser una vía de comunicación fundamental para conectar Olacapato con Salta capital, pero de momento no hay ningún plan para reactivarlo. 

Estación-Trenes-Olacapato-Salta

En cuanto a las instalaciones, se mantienen en perfecto estado. Hay varias vías, algunos vagones estacionados, un tanque de agua, edificios administrativos  y por supuesto el bello cartel que anuncia el nombre de la estación, similar al que tiene el pueblo. 

La segunda actividad turística de la tarde inició cuando Doña Marcela nos invitó a conocer unas montañas de arena, bordeadas por una corriente de agua, a seis kilómetros del pueblo. Fue un momento hermoso, de pura relajación frente a un paisaje imponente. 

Olacapato-Salta-Argentina

Finalmente, el tour terminó en una quebrada existente del otro lado de la Ruta Nacional 51, que en simples palabras es la zona más verde de Olacapato. El suelo se parte en dos, por el medio hay una corriente de agua y vegetación muy baja. 

¡Mega donación nocturna!

De vuelta en pleno corazón del pueblo, todo el grupo del Rally Solidario Argentino disfrutó un atardecer mágico. El cielo reflejó un color naranja furioso, mezclado con el celeste que cada vez perdía más iluminación. 

Oficialmente había llegado nuestra segunda y última noche en el pueblo que, al igual que la primera, fue bastante fresca. Recién empezaba el otoño, pero debido a las condiciones del clima y la altura, el frío avanzó con confianza. 

La temperatura efectivamente empezó a descender, pero ninguna cifra en el termómetro del celular iba a cancelar los planes para esa noche: Se venía una mega donación en la casa de Doña Marcela. 

Cerca de las 20 horas un grupo de personas se presentó en la vivienda y desde ese momento no paró de ingresar gente al patio hasta bien entrada la noche. 

Resulta que la mayor cantidad de remeras, camperas, zapatillas, abrigo y todo tipo de vestimenta, había sido desplegada al aire libre con el objetivo que cualquier vecino pueda elegir la ropa que le fuera necesaria. 

Por suerte es un patio bien grande, entonces no hubo un desorden masivo. Tras dos horas intensas, todas las donaciones fueron entregadas y cerramos la jornada con unas lindas palabras de agradecimiento generalizadas. 

Antes de retirarse, muchos vecinos y vecinas de Olacapato recibieron un fibrón para continuar con la seguidilla de firmas en el Renault 4, bautizado como “La Bestia Roja”, que cada vez tenía menos espacio para recibir autógrafos. 

Cena de despedida

Como podrás haber notado en todos los párrafos anteriores, fue un día cargado de actividad desde el principio hasta el final. Terminada la donación nocturna, pasamos a la casa de Doña Marcela que nos recibió con té caliente y galletitas. 

Para nuestra sorpresa, eso fue solo una entrada. Ella deseaba despedirse con una linda cena y eso hizo al servirnos un excelente plato de pollo que había preparado durante horas. 

Terminada la cena, llegó otra sorpresa. Un amigo de la casa, que tiene mucho talento con la guitarra y el canto, fue invitado a tocar unas lindas melodías para inmortalizar el momento de la mejor manera. 

Sinceramente no me supe la letra de ninguno de los temas, pero los disfruté como si se trataran de mis canciones preferidas. Fueron de esos instantes que, aunque pasen los años, uno jamás olvidará. 

Cerca de la medianoche, el equipo estaba cansado. Quienes tenían sus vehículos camperizados se despidieron por la puerta principal y los demás, que aún teníamos nuestras camas preparadas, “nos fuimos al sobre” para descansar.

Cuánto nos has dado Olacapato en las 48 horas que te visitamos. Para algunos fue la primera visita, para otros la segunda, pero sea cual sea la cuenta matemática existente de por medio, no hay dudas que regresaremos con más donaciones, lo antes posible.

 

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