En la vida hay que dejar sorprenderse y más cuando hay viajes de por medio. El Rally Solidario Argentino llegó de esa manera y, gracias a ello, vivimos una de las experiencias más gratificantes de nuestras vidas. 

Durante 16 días tuvimos la oportunidad de cruzar siete provincias de Argentina, en una travesía por carretera que en total reunió más de 4.500 kilómetros. Algo verdaderamente único. 

Fue el debut en muchos aspectos. Se trató de nuestro viaje más largo, también fue en el cual recorrimos la mayor cantidad de kilómetros por tierra, fue la primera vez que visitamos la puna y, lo más importante, nuestra primera misión solidaria. 

Durante dos semanas vivimos situaciones muy especiales. Nos emocionamos, reímos, disfrutamos, descubrimos y claro, también hubo tiempo para preocuparse, pasar nervios y hasta perdernos. 

Como siempre decimos en El Diario de Viaje, la aventura perfecta no es aquella en la que todo sale bien, sino que, desde nuestro punto de vista, es la que más aporta en base a las vivencias y los conocimientos adquiridos. 

Rally Solidario Argentino

Todo comenzó con dos viajeros que, a mediados del 2019, se encontraban recorriendo el norte de la Argentina sobre las cuatro ruedas de un Renault 4. 

¿El motivo? Simplemente conocer nuevos paisajes y exprimir todos los caballos de fuerza que tenga el motor en terrenos alejados de la urbanización. 

Pero como siempre pasa, en los viajes siempre hay sorpresas. En plena recorrida por la provincia de Catamarca, el dúo se encontró un pequeño pueblo llamado Tatón y decidió ingresar para conocer. 

En materia de paisajes, único. Sin embargo, desde el primer momento notaron que las condiciones de vida en el lugar eran muy duras. Así se prendió la llama del proyecto solidario. 

Su estadía fue corta pero fundamental. Antes de despedirse para continuar hasta Buenos Aires, prometieron volver con muchas donaciones y en un par de meses lo cumplieron. 

Rally - Solidaridad - Tatón - Catamarca.

El 4 llegó a Tatón, se entregó todo lo que se había podido conseguir y la felicidad de los habitantes sirvió de impulso para concretar, casi sin darse cuenta, la primera misión del Rally Solidario Argentino. 

Segunda misión

Tras ese maratónico viaje al norte, Iván, principal impulsor del proyecto, aprovechó la vuelta para empezar a trabajar en la búsqueda de otros lugares que necesiten donaciones similares. 

Fueron muchos días de llamar por teléfono, escribir mensajes, consultar y averiguar. Finalmente, el conjunto de todas esas tareas definió cuál sería el destino de la segunda misión solidaria: Olacapato. 

Llevar la mayor cantidad de elementos al pueblo más alto de la argentina, ubicado sobre suelo salteño a 4.050 metros sobre el nivel del mar, sería un desafío. Sin embargo, los pilotos pensaron que nada podría frenar su ayuda. 

Todo estuvo listo y la salida fue pautada para marzo del 2020, pero apareció la pandemia mundial causada por el Covid-19, las rutas se cerraron y fue imposible mantener los planes. 

Las donaciones fueron guardadas hasta nuevo aviso. Recién en noviembre del mismo año, ocho meses más tarde, un solo conductor tuvo la posibilidad de subirse al Renault 4 colorado y viajar hasta Olacapato, obedeciendo cada protocolo establecido. 

 

Tercera misión

Quienes hacemos El Diario de Viaje conocemos a los creadores del Rally Solidario Argentino desde mucho antes que iniciara el proyecto, por lo tanto, fuimos viendo todo el progreso.

En un principio colaboramos con la entrega de donaciones y también con la difusión por las redes sociales. Luego, cuando los tiempos cambiaron, empezamos a involucrarnos más y más, hasta finalmente sumarnos a la iniciativa. 

Lo mismo que pasó con nosotros, sucedió con muchas otras personas. Llegaron para colaborar y se quedaron para siempre. 

Asado que va, asado que viene, las juntadas del equipo cada vez fueron más sólidas y la idea de integrar la tercera misión solidaria se gestó en un ambiente muy prometedor. 

Empezó el 2021 y, aunque la lucha contra el Covid-19 seguía presente, las condiciones se dieron para poder organizar el viaje, una vez más, a la puna salteña. 

¡Comenzó el viaje!

Durante cuatro meses el grupo trabajó a toda máquina para poder conseguir donaciones, agruparlas, clasificarlas y colocarlas en bolsas seguras con el fin de que lleguen intactas al norte. 

La actividad continuó hasta la mañana del mismo día en el cual encendimos los vehículos y arrancamos la primera etapa. 

Desde el sur del gran Buenos Aires finalmente partieron cinco vehículos, con dos integrantes cada uno. ¿Y el resto del espacio? Fue utilizado en su totalidad para acomodar ropa, juguetes, medicamentos y hasta sillas de ruedas, entre otros.

Volkswagen - Donaciones - Rally - Solidario - Argentino.

La primera en comenzar a rodar fue una Volkswagen Transporter blanca, con el número 22 pegado en sus puertas. Edu, junto a su hijo Valen, iniciaron viaje cerca de las 17 horas del último 1 de abril. 

¡Luego le siguió la familia Torres! Distribuidos en una Mercedes Benz Vito y un Peugeot 404 inmaculado, salieron a la ruta a las 20 horas. ¿Y sus números? #99 para el vehículo alemán y #6 para su compañero francés. 

Mercedes Benz - Vito - Peugeot 404 - Rally - Solidario - Argentino

Los del último turno

La noche ya era un hecho y yo (Nacho) ya tenía todo listo para lanzarme a la aventura. No sabía muy bien en qué horario partiríamos, pero por las dudas armé los bolsos bien temprano. 

¿Qué llevé un viaje de dos semanas? De todo. Principalmente el abrigo fue algo en lo que no escatimé porque en la puna suele hacer mucho frío durante todo el año, pero también guardé ropa de verano y hasta un traje de baño, por las dudas. 

Además de las dos mochilas, entre mis cosas había una carpa y una bolsa de dormir. Sabía que no todas las noches serían en hoteles, por lo tanto, llevé todo para disfrutar del acampe. 

Renault - Kangoo - Rally - Solidario - Argentino

A las 21 horas Pablo, el piloto de la Kangoo apodada “La Foca Blanca”, me pasó a buscar por mi casa y juntos emprendimos viaje. Acabamos de formar el equipo #69, dado que prácticamente no nos separamos en toda la travesía. 

¿Y el Renault 4? Obvio que no se iba a perder la tercera misión del Rally Solidario Argentino. Partió desde zona sur cerca de las 22 y nos encontramos en la famosa Avenida General Paz, al límite de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Renault - 4 - Rally - Solidario - Argentino

Cabe destacar que a pesar de que el número de este último vehículo es el #120, según los testimonios de quienes lo han cruzado, en las rutas argentinas es conocido como “La Bestia Roja”. 

Inconvenientes mecánicos

El primer día del viaje fue planificado para recorrer pocos kilómetros, por eso, el punto de encuentro para todos los pilotos era la ciudad de Ramallo, ubicada a 243 kilómetros del Gran Buenos Aires. 

Los tres primeros vehículos llegaron a tiempo y se alojaron en el Hotel Siria, donde previamente habíamos reservado dos habitaciones para disfrutar una sola noche. 

En nuestro caso, desde el comienzo elegimos un camping frente a la costa del Río Paraná para disfrutar la naturaleza. ¿Llegamos? Sí, pero no en el momento esperado. 

Renault - 4 - Kangoo - Rally - Solidario - Argentino

Por un lado, “La Bestia Roja” presentó una pequeña falla ni bien comenzó el viaje. No era algo que le impedía circular, pero lo recomendado era arreglar el desperfecto lo antes posible. 

Por el otro, “La Foca Blanca” empezó bien, pero al poco tiempo registró un aumento de temperatura inesperado, digno de realizar una parada urgente para enfriar el motor en una estación de servicio. 

Una ayuda de oro

El dueño de la Kangoo, Pablo, y el piloto del Renault 4, Pablo, son excelentes mecánicos. Por lo tanto, buscaron una solución rápida para que ambos vehículos puedan seguir circulando. 

Pero como bien aclaré, era una solución rápida. Había que reparar completamente lo que fallaba y fue en ese momento donde apareció una ayuda de oro: Repuestos Santo Domingo. 

Resulta que un hombre, fanático del Renault 4 y que seguía de cerca al Rally Solidario Argentino, se enteró del inconveniente mecánico y se puso a disposición para arreglarlo. 

Fue entonces que desde la estación de servicio en la Avenida General Paz iniciamos un lento recorrido hasta General Pacheco, ciudad ubicada al norte del Conurbano Bonaerense. 

El tipo fue un verdadero genio. No solo nos recibió a las 00.30 de un viernes santo en su casa, sino que arregló gratis los dos vehículos, nos regaló algunos repuestos y hasta nos invitó un café a cada uno, acompañado de galletitas caseras. 

Leo el párrafo anterior y sigo sin poder creerlo. Además de su atención espléndida, nos dio una mano gigantesca porque pudimos seguir viaje casi sin inconvenientes.

¡Llegamos a Ramallo!

Entre todo lo sucedido, el reloj marcó las 2.30 de la mañana cuando dejamos Pacheco y empezamos a rodar con destino a Ramallo. Aún faltaban 186 kilómetros. 

Aunque durante los primeros 30 minutos de viaje no hubo sorpresas, lentamente la camioneta empezó a subir de temperatura una vez más y hubo que parar. 

Renault - Kangoo - Rally - Solidario - Argentino.

Esa misma situación sucedió en varias ocasiones y, luego de intentarlo todo, la única alternativa fue conducir muy despacio para poder llegar al camping donde debíamos pasar la noche. 

Avanzamos a 70 km/h, con varias paradas al costado de la ruta. Nadie estaba apurado ni con nervios, pero los minutos pasaban y cada vez estábamos más cerca de observar el amanecer en pleno viaje. 

Fue a las 5.30 de la mañana cuando por el parabrisas observamos un cartel que decía “Bienvenidos a Ramallo”. Inmediatamente avanzamos con dirección al río, encontramos el camping (o eso creímos) y paramos los motores. 

Un breve descanso

El sitio era hermoso. Pasto corto y con un buen espacio para armar la carpa frente al río, disfrutar del sonido generado por el oleaje y descansar en silencio. 

Quienes me conocen sabrán que no tengo mucha experiencia en campamentos. Pocas veces armé una tienda de dormir y, sumado a que tenía sueño y aún no había luz solar, necesité que mis colegas del viaje me ayudaran a terminar el proceso. 

Todos se fueron a dormir inmediatamente, pero yo me quedé despierto unos minutos más. Resulta que empezaba a amanecer y el cielo se había teñido de naranja, mientras que las nubes grisáceas permanecían estáticas sobre mi cabeza. 

El paisaje venció al sueño. Me senté a disfrutar el momento en silencio, mientras sonreía al pensar todo lo vivido en las horas anteriores. ¡Y eso que solo fue el primer día!

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