No hay dudas que el Covid-19 afectó a la rutina de todos los habitantes del mundo y que nos impulsó a tomar nuevas decisiones como, por ejemplo, salir a navegar por el globo sin fecha de retorno. 

La situación que acabamos de describir es real. La familia Bosze, integrada por un matrimonio y dos niñas pequeñas, vivía en Hungría hasta que llegó la pandemia. Una vida cotidiana. 

Al notar que el virus podría causar un gran peligro, como lo terminó generando, ellos colocaron las cartas sobre la mesa y optaron por dar un giro 180 grados a su estilo de vida para intentar protegerse. 

8 meses y contando

Tras analizar los pro y los contra, la decisión fue tomada: salir a navegar en velero sin fecha de regreso ni un destino confirmado. 

Fue precisamente en junio del 2020 cuando se subieron a una embarcación de 15 metros y zarpó desde un puerto croata. No podían asegurar que todo iría bien, pero ese fue el resultado. 

Durante todo el año pasado pudieron navegar aguas internacionales, visitando de manera temporal puertos en Croacia, Italia, España, Cabo Verde y Martinica. En ninguno permanecieron mucho tiempo, porque debían volver a su hogar flotante. 

Tras celebrar Navidad y Año Nuevo sobre el agua, empezaron el 2021 en las mismas condiciones. Ya pasó un mes pero ninguno de los cuatro todavía tiene intenciones de retomar su antigua vida. 

¿Dónde están ahora? El velero permanece anclado en la isla caribeña de San Martín, a la espera de poder cruzar el Canal de Panamá para seguir navegando por aguas del Pacífico. 

¿De qué viven?

Esta es la parte de la noticia que todo lector/ra estaba esperando. ¿Cómo hace una familia de cuatro integrantes para cumplir sus tareas cotidianas si están permanentemente en el agua?

Domonkos, el padre de familia y conductor oficial de la embarcación, tiene 48 años y se dedica a la informática. 

El 100% de sus tareas laborales las puede completar a través de una computadora, por lo tanto, con solo una señal de internet ya soluciona la incógnita. Más aún en tiempos de pandemia, donde todo se trasladó a la famosa “nube”. 

Y ahora es el turno de la segunda duda: ¿Las niñas dejaron sus estudios? 

Te contamos que las jóvenes tripulantes, de 6 y 8 años, aprovechan la misma conexión WiFi de su padre para asistir al colegio. No se pierden una sola videollamada y resuelven sus deberes desde cualquier parte del mundo. 

En otros tiempos esto hubiese sido un poco complicado, pero ahora, cuando muchos estudiantes del mundo asisten a clase mediante su WebCam, quedó todo igualado. 

El único problema de la travesía

Hasta el momento todo parece perfecto, pero claro que no es una película. La vida real tiene sus dificultades, sea cual sea el estilo que lleves. 

Si bien las obligaciones pueden cumplirlas y la convivencia es buena, existe un factor que no pueden dominar: la naturaleza. 

Surcar las aguas de este planeta no siempre es tarea fácil. Hay que tener mucha experiencia para navegar en una aventura así y entender qué océano también puede tener un día complicado. 

En ocho meses de viaje, los únicos momentos de tensión se vivieron cuando atravesaron una tormenta de seis días en el Océano Atlántico. Por suerte, solo lidiaron con el agua. 

Por otro lado, el tema del ingreso a otros puertos en plena pandemia podría haber sido una segunda dificultad. Sin embargo, cuando se enteraban del tiempo que llevan navegando, los inconvenientes desaparecen. 

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