Al pisar suelo europeo por primera vez sabíamos que estábamos por vivir miles de experiencias nuevas. Sin embargo… nunca imaginamos una evacuación del hotel por alerta de incendio, seguida de una caminata por Londres en pijamas. Así comenzó nuestro día de paseo por Oxford. 

Quinto día en la ciudad y, como casi todas las mañanas, despertamos muy temprano para aprovechar la jornada. En esta ocasión abandonamos la cama aún más temprano porque estaba planificado un importante viaje en tren y no queríamos movernos con el tiempo justo. 

¿Se incendió el hotel?

Antes de desayunar, mientras que dábamos vueltas en el interior de la habitación con mucho sueño, una alarma potente nos despabiló en cuestión de segundos. 

Al principio pensamos que habíamos tocado algo, pero luego salimos al pasillo y observamos como todos los huéspedes, de manera muy ordenada, se dirigían a la salida de emergencia. 

No entendíamos nada. Sobre el pijama colocamos una campera para abrigarnos,  dejamos todas nuestras cosas en la habitación y seguimos el protocolo indicado mientras la sirena no dejaba de sonar. 

Y así fue como abandonamos el hotel por la puerta trasera. Estábamos en pleno Londres, sin saber qué ocurría, rodeados de turistas y vestidos con la ropa de dormir que todavía tenía el aroma a las sábanas. 

Efectivamente los bomberos habían detectado un posible foco de incendio en el Marlin Waterloo, pero por suerte fue una falsa alarma y pronto logramos volver a nuestra habitación. ¡Acá no pasó nada! 

Primera experiencia en un tren de alta velocidad

El imprevisto no modificó nuestra agenda de paseos y salimos a tiempo para emprender un viaje maravilloso. 

Desde la estación de metro Lambeth North realizamos un gran recorrido subterráneo hasta Paddington Station. Una vez que estuvimos a nivel de calle ingresamos a la terminal del ferrocarril (que tiene el mismo nombre) y en el horario acordado subimos al tren. 

Es importante destacar que para trasladarnos hasta Oxford no pudimos hacer uso de la Day Travelcard porque no incluye recorridos fuera de Londres. Los pasajes se pueden adquirir por internet, pero nosotros optamos por el formato clásico y los compramos en la boletería. 

La formación estaba prácticamente vacía y no sabíamos cuál asiento elegir. Mediante la ayuda de un pasajero local, supimos que podíamos optar por cualquier butaca habilitada (luz verde). En el caso de que se encuentren reservadas, estarán señaladas con una luz roja. 

¡Todo fue sobre rieles! El viaje duró casi una hora y en el camino cruzamos un montón de lugares. De todo lo observado por la ventanilla, la zona urbana de Reading nos dejó maravillados. 

De todos los servicios disponibles, utilizamos el que menos paradas tiene. Además, también nos llamó la atención que la formación funciona con electricidad para ingresar y/o salir de Londres, pero luego continúa viaje haciendo uso de motores diésel.

¡Bienvenidos a Oxford!

Ingresar a la ciudad fue espectacular. La primera diferencia que notamos con Londres es que, si bien mantiene su lado histórico, la capital del país se modernizó y al día de hoy tiene grandes rascacielos. Oxford es distinto. Tiene todas las comodidades, pero con paisajes medievales. 

Frente a tanta belleza, el primer plan de la jornada fue iniciar una caminata. Nos alejamos de la estación por un rato y logramos adentrarnos en la ciudad por la calle George Street. 

No hubo que recorrer mucho para notar que Oxford es la ciudad de los estudiantes. Además de la reconocida universidad, catalogada como una de las mejores del mundo, hay centros académicos por todos lados. 

En el corazón de la universidad

Observar tanto orden y prolijidad plasmada en los ingleses, que recorren estas calles antiguas rodeadas de construcciones históricas, es un placer. 

Mientras disfrutamos cada paso dado, llegamos al centro de la Universidad de Oxford y frenamos para conocer en detalle algunas de sus tantas edificaciones. 

El ingreso a la University Church of St Mary the Virgin fue hermoso. La iglesia anglicana, que data del siglo XIV, impacta a primera vista. Más allá del factor religioso, es un edificio que no podés omitir en tu paseo. 

Ya sorprendidos por lo que habíamos visto, nos topamos con otro sitio histórico y de una belleza incalculable: la Radcliffe Camera. Se trata de una biblioteca abovedada que se inauguró en 1749, está decorada por pinturas únicas y tiene espacio para 600 mil libros. 

A esta altura del paseo, no podíamos disimular la enorme sonrisa. Sin ningún recorrido planificado, seguimos avanzando por la zona y dimos con el “Puente de los Suspiros”, también conocido como Puente Hertford. 

Su apodo se debe a que es muy parecido al histórico puente italiano, aunque tiene otras características. Fue inaugurado en 1914, une dos sectores del Hertford College y la leyenda más acertada señala que se lo construyó para facilitar el recorrido de los profesores, cuando en aquella época caminaban desde el “área para hombres” al “área para mujeres”. 

Almuerzo tradicional en un lugar histórico

Gracias al tiempo de observación que dedicamos al increíble “Puente de los Suspiros” notamos que a los pocos metros había un pasillo muy angosto. Curiosos, nos acercamos y encontramos un cartel que anunciaba el St Helens Passage.

La curiosidad continuaba en aumento. Decidimos ingresar y a los segundos vimos un hermoso pub. La búsqueda para encontrar un lugar donde almorzar ya había comenzado, por lo tanto, el destino nos puso dicha taberna a nuestros pies. ¡No lo dudamos!

Turf Tavern es un sitio ideal. La atención es perfecta, su decoración impecable y además se suma que el local se encuentra en las entrañas de la vieja ciudad amurallada. 

¿Es un local tradicional? Y… sirve buenas cervezas desde el año 1381. Permanecer abiertos durante 639 años es un desafío pocas veces conseguido y este es un claro ejemplo. 

Cómo no podría ser de otra manera, elegimos un plato muy característico de la cultura londinense: fish and chips. Si bien no requiere de una exigente elaboración, cada sitio le da su toque de originalidad y el de Turf Tavern nos encantó. 

De tradición en tradición

Emocionados por lo vivido y con la panza llena, dejamos atrás la taverna medieval de Oxford para seguir explorando algunas de sus calles. Es una ciudad enorme. ¿Conocerla en un día? Imposible. 

Nuestras piernas nos permitieron llegar hasta Magdalen Bridge, un pequeño pero histórico puente utilizado por peatones y vehículos que buscan cruzar el Río Cherwell, el cual tiene sus inicios en el centro de Londres cuando se desprende del Río Támesis. 

En este lugar cuando nos dimos cuenta que lo mejor sería iniciar el regreso. No fuimos directamente a la estación, pero preferimos no alejarnos más en sentido contrario. 

La tarde nos agarró mientras avanzabamos sobre la High Street y, de casualidad, divisamos un sitio ideal para merendar. Ya que el almuerzo había sido bien tradicional, decidimos mantener el mismo eje con la merienda y así fue: pedimos el clásico té inglés, acompañado de una montaña de platos dulces. 

¿Dónde probamos estos ricos productos? En Patisserie Valerie. A pesar de que es una cadena de cafeterías distribuida por todo Reino Unido, la de Oxford (no sabemos por qué) no aparece en Google Maps. Para quienes deseen visitarla, la dirección exacta es: High Street 90.

Me olvidaba… desde antes de iniciar la merienda ya estaba lloviendo con fuerza. No teníamos ganas de estar mojados en pleno invierno y decidimos comprar dos paraguas. Tema solucionado. 

A conocer la escuela de Harry Potter

Que teníamos el cuerpo cansado es pura verdad, pero también es completamente cierto que la emoción por estar en una ciudad bellísima, sumada a la cantidad de calorías acumuladas en nuestro organismo; nos permitió seguir explorando con mucha felicidad. 

Bajo la cortina de agua avanzamos por una seguidillas de calles muy pintorescas, rodeadas de muros antiguos. Minutos más tarde el camino terminó y habíamos llegado al lugar que encontramos por los mapas: Christ Church. 

El colegio, que depende de la Universidad de Oxford, fue fundado por iniciativa del rey Enrique VIII de Inglaterra el 4 de noviembre de 1546. No hay que agregar más nada para comprender su historia, pero si es necesario indagar sobre otras de sus facetas más modernas. 

La construcción es tan hermosa que muchas productoras de cine eligieron las instalaciones como escenografía. ¿Qué se grabó en este lugar? Aquellas cenas que el conocido Harry Potter compartía con todos sus compañeros en el gran comedor del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. 

El colegio tiene otro nombre, pero el comedor existe. Otras tomas de la exitosa saga británica también se llevaron a cabo en la zona: llegaron a rodar en sus alrededores e incluso en sus jardines. 

Aquella es la razón por la cual miles de fanáticos viajan hasta este sitio para conocerlo en persona. Nosotros solo disfrutamos la construcción por fuera dado que teníamos ganas de continuar conociendo otras más. 

Cabe destacar que hay hipótesis basadas en la idea de que las escenas mencionadas de Harry Potter solo se inspiraron en dicho colegio y, en realidad, fueron grabadas en un estudio profesional. Sin embargo, también pesan mucho aquellas que sostienen lo contrario. 

Despedimos la ciudad en Oxford Castle & Prison

De ser por nosotros nos hubiésemos quedado una semana explorando Oxford, pero nuestro hotel estaba en Londres y ya teníamos los dos boletos para regresar en el ferrocarril de la compañía Great Western Railway.

El último sitio que visitamos (por fuera) es la Oxford Castle & Prison: una fortaleza construida en el año 1071 que sirvió para defender la ciudad, en el medio se transformó en una cárcel y ahora, además de ser un centro turístico, también alberga un hotel de lujo que restauró las viejas celdas para convertirlas en habitaciones. 

Desde allí caminamos hasta la estación ferroviaria y, como no podría haber ocurrido de otra manera, nuestro tren llegó en el horario pautado. 

Aún quedaban días por delante para seguir visitando Londres, pero esa noche, cuando llegamos al hotel y nos acomodamos sobre la enorme cama , en nuestra mente había lugar para un solo recuerdo: Oxford.