Greenwich es otro de los tantos sitios importantes de Londres y, en este caso, también tiene una fama internacional por estar ubicado en el medio del mundo. Conocerlo es un paseo clave si estás por la ciudad y además podés llegar con el famoso autobús rojo. 

Cuarto día y, como los anteriores, nos levantamos bien temprano para salir a disfrutar. Luego de investigar por Internet, diseñamos el recorrido a nuestro gusto y desde el primer momento fue espectacular. 

¡El famoso autobús rojo!

Es inevitable pensar en Londres y que no se te vengan a la cabeza los autobuses rojos. Si bien las películas ayudan mucho para que nuestra mente incorpore la imagen, nadie puede negar la importancia cultural que tienen. 

Todo viajero debe saber que subirse a uno es completamente normal. No hace falta reservar con anticipación ni se lo considera un servicio turístico. Son un simple medio de transporte público, como lo es el metro y los trenes. 

Por suerte en la puerta del Marlín Waterloo teníamos una parada. Además, el recorrido 53 nos permitía viajar hasta Greenwich por muy bajo precio y de manera directa. No lo dudamos. 

El enorme vehículo llegó a horario, ingresamos y luego accedimos al piso superior para disfrutar mejor las vistas. ¿Cómo pagamos? Le mostramos la Day Travelcard al chofer y tema solucionado. 

Bienvenidos a Greenwich Park

El distrito londinense es enorme, por eso hubo que elegir un sitio para iniciar el recorrido y ese fue el Greenwich Park. 

La ciudad tiene un montón de parques, pero este es muy especial porque es atravesado por el famoso Meridiano de Greenwich que cumple dos funciones muy importantes: marcar distancia de cualquier lugar del globo respecto de este punto y determinar el huso horario de cada región del planeta.

Cómo el autobús rojo nos dejó sobre Charlton Way, el ingreso al parque no lo realizamos por la puerta principal. Fue por la puerta trasera, donde es más accesible al tránsito vehícular. 

Este sitio es hermoso. Naturaleza en su máximo esplendor pero con el confort de estar a 5 minutos de la gran ciudad. 

No te pierdas el Royal Observatory Greenwich

Empezamos a caminar por la arbolada Blackheath Ave, desayunamos al aire libre y luego nos topamos con el punto más famoso: el Royal Observatory Greenwich. 

Dicho observatorio tiene fama mundial porque es el lugar preciso donde pasa el meridiano ya mencionado. Por otro lado, estuvo en pleno servicio durante muchos años y ahora, si bien puede ser utilizado, sus instalaciones se convirtieron en un gran museo. 

No es necesario entrar al museo si tu único interés es pararte sobre la línea que marca la división entre el Hemisferio Occidental y el Hemisferio Oriental. El trazado continúa por fuera del mismo, en una zona de acceso gratuito. 

Nosotros no ingresamos al observatorio, pero es un paseo muy recomendado si te interesa su contenido. Claro que hay visitas guiadas durante todo el año. 

A descansar bajo un árbol

Las 74 hectáreas que cubre el Greenwich Park se prestan para tomar un gran descanso si el día acompaña. Hay asientos, colinas y todo tipo de espacio verde para relajarse con la mente en blanco. 

Eso fue lo que hicimos. Después de disfrutar las vistas al Río Támesis, divisar a lo lejos la Isle of Dogs y sorprendernos con el orden del parque (hay cestos de basura para desechos de animales y otros distintos para desechos humanos), pudimos acostarnos sobre el césped.

Luego de tanta caminata, nuestras piernas estaban agradecidas. 

Vanbrugh Park – Un amor a primera vista

El descanso venía bien, pero la panza empezó a reclamarnos comida y eso nos llevó a levantarnos para iniciar la búsqueda de algún lugar. 

Salimos del parque por una puerta lateral emplazada sobre la calle Maze Hill y nos adentramos en el barrio de Vanbrugh Park. Fue una decisión acertada porque nos encantó. 

Entre calles muy arboladas, rodeadas de antiguas y hermosas construcciones utilizadas cómo vivienda en la mayoría de los casos, encontramos un local para almorzar: The Vanbrugh Pub & Restaurant Greenwich.

Sentarnos en una de sus mesas fue especial porque es un comercio visitado casi exclusivamente por los londinenses. No es que los turistas tengan la entrada prohibida, pero no suelen elegir este barrio para realizar paseos. 

Dada esta situación, aprovechamos para seguir conociendo en detalle la cultura local mientras disfrutamos una sabrosa (y enorme) hamburguesa, acompañada con un excelente (y enorme) vaso de cerveza. 

Hasta la próxima Greenwich

Almorzamos bastante tarde y nuestro viaje fue en febrero (pleno invierno en Londres), por eso no quedaban muchas horas de sol. 

Nuestro paseo continuó por el distrito en dirección al Río Támesis y, cuando llegamos al sendero de la costanera, descubrimos un hermoso edificio que corresponde al Old Royal Naval College (foto principal).

Además de ser atravesado por el Meridiano de Greenwich, su diseño es espectacular. No tuvimos la oportunidad de conocerlo por dentro, pero su exterior nos dejó con la boca abierta. 

Minutos más tarde avanzamos hasta el Greenwich Foot Tunnel: un maravilloso túnel peatonal que se sumerge en el Támesis para que puedas llegar cómodamente (y sin mojarte) a la Isle of Dogs. 

¡Viajamos en un tren sin conductor!

Una vez que llegamos a la famosa isla, seguimos disfrutando el paisaje a pie. Sin embargo, el cansancio corporal ya se había transformado en dolor de piernas y justo encontramos la solución: Docklands Light Railway. 

Identificado como un tren ligero controlado por ordenador, es otra gran alternativa dentro del transporte público de Londres porque tiene un servicio excelente, traslada a más de 100 millones de pasajeros por año, y existen diferentes recorridos muy prácticos. 

No hay que confundirlo con el metro. Aunque tienen algunas características similares, son dos medios de transporte totalmente diferentes. Sin embargo, se complementan porque a donde no llega el metro (muy pocos lugares) hay un servicio de DLR. 

Último paseo del día por Canary Wharf

El viaje sobre rieles fue inesperado pero, como sucede con todas las cosas lindas que no se planifican, nos dejó encantados. Al ser elevado, cada unidad se desplaza entre medio de los edificios a casi 100 km/h y desde el asiento se pueden tener vistas inigualables de la ciudad. 

Dejamos la isla atrás y descendimos en Canary Wharf. Son dos barrios distintos pero que funcionan conectados porque tienen una gran importancia en todos los aspectos. Acá vas a encontrar los principales bancos, oficinas y conjuntos de rascacielos, de todo Londres. 

Nuestro paseo coincidió con el final de la jornada laboral y cruzamos a mucha gente en todas las avenidas. Algo más para decorar el paisaje super urbanizado. 

En el corazón del Jubilee Park encontramos una estación de metro llamada Canary Wharf y la utilizamos para viajar hasta el hotel (Marlin Waterloo). 

Imaginarás que después de un día tan agitado nos fuimos a dormir directamente, pero no fue así mi querido/a lector/a. Tras darnos un baño rápido, volvimos a las calles de Londres para conocer otro punto muy famoso de la ciudad, pero eso te lo cuento en otra nota. 


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