Las caminatas extensas que realicé por Santiago de Chile siempre me dejaron con hambre y, para solucionar el inconveniente, tuve la posibilidad de probar muchos platos en diferentes barrios de la ciudad. 

La comida es otro punto a favor para este destino. Además de los sabores tradicionales, encontré nuevos que me sorprendieron desde el primer bocado. 

Cuando llegué a Santiago imaginé que los menú serían similares a los de Argentina pero no sucedió. Si bien hay comidas parecidas, tienen nombres distintos y eso me desorientó bastante. 

Por suerte en muchos locales la descripción del plato viene acompañada por una foto del mismo. En ese caso puede que no sepas a que se refiere con el nombre pero si identificarlo con la imágen. 

Antes de escribir sobre los tres sitios que más me gustaron debo mencionar algo importante: en muchos centros gastronómicos de Santiago de Chile la propina (10% del valor total) ya está incluida en el precio final. Es decir, no hace falta dejar dinero sobre la mesa cuando nos vamos. 

1° El Palacio de la Chorrillana

Cuántos recuerdos me trae este lugar…

Ubicado en pleno centro del barrio Bellavista, fue el sitio que elegí para disfrutar mi primera noche en la ciudad. Se encuentra sobre una avenida muy transitada y repleta de lugares para comer, por eso mi elección fue al azar. Nadie me lo había recomendado. 

Tal cual lo dice su nombre, la Chorrillana es su plato por excelencia en todo Chile. No existe una sola versión porque el chef la puede armar de muchas formas distintas, pero casi todas son altas en calorías. La pueden observar en la foto principal de la nota. 

Para acompañarla me pedí el vaso de cerveza más grande. 500 cc de puro sabor, ideal para saborear junto a la carne, el huevo frito y la montaña de papas. 

No fue el lugar más económico pero tampoco el más caro donde comí durante mi estadía en Chile. Lo recomiendo sin lugar a dudas. 

Cafe LeFournil


Aunque se identifique como una cafetería yo pude degustar un rico almuerzo, seguido de un postre espectacular. 

Como ya podrás haber leído, mi último día en Santiago se lo dediqué al barrio Providencia, especialmente a explorar el Mall Costanera Center. Pero si prestaste atención, en una línea mencione que realicé todo el paseo con la panza llena. 

Sí. Este fue el lugar donde comí a destajo y por un precio super bajo. 

En mi cabeza tenía planeado hacer el recorrido pero nunca pensé en dónde almorzar. Abandoné el metro en la Estación Los Leones, caminé pocas cuadras y sobre una avenida muy transitada encontré el Café LeFournil. 

Como era día de semana estaba disponible un menú ejecutivo muy económico. Entré, me senté y llegó el mozo en cuestión de segundos para tomar mi pedido. 

La entrada estuvo riquísima, el plato principal era rico y el postre tenía un gusto muy particular, digno de disfrutar con tranquilidad. 

La anécdota de este momento fue que intenté pedir un tipo de menú y me trajeron uno totalmente diferente. No fue un error de la cocina, sino que me guié por los nombres y simplemente no sabía lo que estaba eligiendo. 

Casa Lastarria

Mi última cena en Santiago de Chile fue en Casa Lastarria. Al igual que en los casos anteriores, no estaba planeado visitarla pero todo se dio para que suceda.

Después de caminar un largo tiempo sin saber donde parar, encontré una pequeña pero multitudinaria galería en pleno centro. 

A simple vista parecía que todos los lugares estaban ocupados y pensé en marcharme para seguir la búsqueda. Sin embargo, pregunté en Casa Lastarria y tenían una mesa disponible en la terraza. Al viajar solo, es más sencillo encontrar lugar. 

No les voy a mentir. Es un comercio lujoso, está lejos de ser económico y se recomienda reservar con tiempo. Yo solo tuve la suerte de ser ubicado en una mesa espectacular con vistas al Cerro San Cristóbal. 

Disfruté unas pastas con salsa blanca, acompañadas de una copa de vino. Sin intenciones, terminé mi paseo por la ciudad en un sector privilegiado.


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