El Cerro San Cristóbal representa a Santiago de Chile porque es naturaleza pura en medio de la urbanización. Se ve desde muchos puntos de la ciudad y yo lo quería escalar desde antes de conocerlo.
Mi agitado primer día terminó con un buen descanso. Tras ocho horas de sueño, me desperté, desayuné en el Casaltura The Boutique Hostel y salí a la aventura.
Nada de improvisar. En mi cabeza ya estaba pautado que actividad realizar y por eso emprendí la misma caminata que la noche anterior. Esta vez no por motivos gastronómicos, sino para llegar a la entrada del Cerro San Cristóbal.
Después de 30 minutos a paso firme encontré el ingreso. Había llegado temprano y el servicio de Funicular aún no había comenzado, pero no me importó porque lo quería subir caminando.
La primer escalada del día
Esa mañana avancé por la calle Manuel Mackenna. Si bien es utilizada por vehículos a diario (que deben pagar por su acceso al parque) también se la puede caminar de manera gratuita.
El asfalto hace una gran circunferencia para llegar a la cima del cerro, pero yo me topé con un sendero a mitad de camino y decidí completarlo. Mi condición física en ese momento no era tan buena (ahora es peor) y por eso tuve que parar a descansar en varias ocasiones.
El Cerro San Cristóbal alcanza los 845 m.s.n.m. No es una cifra muy extrema pero las pendientes son pronunciadas, lo cual genera un cansancio mayor. De todas formas me crucé mucha gente en el camino, señal de que no es complejo pero sí exigente. ¡Lleven agua y buen calzado!
Santiago desde las alturas
Superada esta primera parte volví a encontrarme con el camino de asfalto en una rotonda conocida como Plaza México. Desde este punto continué prestando atención a las indicaciones y en 10 minutos llegué a la fabulosa Terraza Bellavista.
Con la foto principal de esta nota intenté registrar la maravillosa vista que desde ahí se obtiene pero fue imposible. Es un lugar para disfrutar con los cinco sentidos del cuerpo. Nada que una máquina pueda realizar.
Hay otras cosas para conocer además del mirador. Una de ellas es la “Capilla La Maternidad De María” que, más allá de los motivos religiosos, es una construcción asombrosa que vale la pena dedicarle al menos 15 minutos.
El Santuario del Cerro San Cristóbal es quizás el sector más visitado, pero no solo por lo que hay en su interior, sino por la increíble imagen de la virgen que tiene encima.
La escultura pesa 36 mil kilos, desde su base se pueden obtener vistas maravillosas de la ciudad y es un emblema en Santiago de Chile desde el 26 de abril de 1908.
Sepan que van a toparse con muchos turistas en la zona. Además de ser el lugar donde termina el funicular, también hay comercios y múltiples puntos de esparcimiento.
¡A seguir caminando!
La emoción de vivir una aventura así no me dejaba pensar con sensatez. Las piernas estaban agotadas y lo ingerido en el desayuno ya no alcanzaba para saciar el hambre, pero yo quería seguir caminando.
¿Cuál era mi objetivo? Por loco que suene, tenía la ilusión de alcanzar la cima del Cerro El Carbón: el punto más alto del Parque Metropolitano de Santiago de Chile con 1365 m.s.n.m.
Avancé en solitario durante 2 horas por la montaña con todos mis ahorros en el bolsillo, no tenía agua, no había almorzado y los tiempos no me iban a permitir alcanzar el sitio.
¿Me arrepiento? No. Si bien hubo momentos de tensión y un leve dolor físico que se mantuvo durante los días restantes, considero que las experiencias no tan buenas sirven para aprender. Al poco tiempo me topé con una situación parecida pero no reaccioné de la misma manera. Ya les contaré…
Después de recorrer 7 kilómetros a pie llegue al punto donde comenzaba El Cerro Carbón. Ahí encontré un guardia, le comenté mis intenciones y con mucha amabilidad me recomendó no seguir, mucho menos sin compañía.
Una crisis en el regreso
Frente a cómo se habían dado las situaciones, no tuve otra opción que volver por el mismo camino. Las cosas se complicaron cuando intenté ahorrar tiempo y me perdí en el medio de la montaña. No fue para nada agradable.
A los minutos encontré el camino de regreso al asfalto pero aún no podía bajar a la ciudad.. Después de pasar por el Mirador Pablo Neruda y el Mirador Gabriela Mistral, volví a la plaza donde está el servicio de Teleférico.
Completé a pie las últimas 13 cuadras y dejé el Parque Metropolitano por la Avenida Abate Molina. ¡Nunca volví a caminar tanto en mi vida!
La vuelta al hotel
Sin energías y con un poco de mal humor llegué hasta la comuna de Providencia. Las calles son hermosas porque están modernizadas pero al mismo tiempo respetan la naturaleza del lugar. Me gustaría haberle prestado más atención. ¡Le debo una segunda visita!
De pura casualidad encontré un sitio para comer. Eran las 15.30, tenía mucha hambre y solo quería sentarme. Quizás fue por eso que no recuerdo el nombre del local ni donde se encuentra. Perdón…
Con la panza llena intenté recorrer el barrio pero necesitaba volver. Luego de la inesperada caminata tuve que optar por otra salida del parque y eso me dejó lejos del hotel.
Pensé en viajar con el metro y por suerte encontré rápido la estación “Los Leones”, perteneciente a la Línea 1. Bajo tierra llegue a “Los Héroes” donde realicé la conexión con la Línea 2 que me dejó casi en la puerta del hotel. Entré y me dormí.
¿Cómo terminó el día?
Tras 48 horas de intensas caminatas, debía descansar un momento. Recuerdo que me levanté de la siesta a las 20, me bañé y las piernas por suerte ya no me dolían tanto.
Al poco tiempo me vestí y salí con intenciones de comer pero caminé 100 metros y el dolor volvió. Fue en ese instante donde me di cuenta que ya no estaba en condiciones de continuar paseando por Santiago de Chile.
Compré un pollo hecho y dos cervezas pequeñas en un supermercado que está a la vuelta del hotel, volví y no salí más. Pero.. ¿Cené en mi habitación?
Casaltura The Boutique Hostel se estableció en el interior de una enorme casa antigua, construida en 1911. Además de tener muchas habitaciones, luce una hermosa terraza para disfrutar.
El sector funciona como punto de encuentro para los viajeros y es muy amplio. Eso también permite tener momentos a solas para gozar el paisaje.
Aquel fue mi plan. Me llevé el pollo a la terraza, me senté en un cómodo sillón y terminé la noche con excelentes vistas a Santiago de Chile.