El Teatro Colón es, sin lugar a dudas, el más famoso de su tipo en toda la Argentina. No tendrá una destacada antigüedad, pero es reconocido a nivel mundial por sus instalaciones y también por la cantidad de personalidades que pisaron su escenario. 

Aunque a lo largo de su historia tuvo dos sedes, ambas fueron emplazadas en el histórico barrio porteño de San Nicolás, el cual vio prácticamente nacer a la ciudad de Buenos Aires. 

Este emblema de la cultura argentina impacta desde el primer momento. Sólo estar parado ante cualquiera de sus cuatro frentes, genera una sensación muy especial en el cuerpo. Uno nunca sabe por dónde empezar a mirar. 

No hay construcción que se le parezca, por lo tanto, una vez que puedas conocerlo en detalle, tu mente jamás lo olvidará. 

Si bien admirarlo por fuera es muy recomendado, también aconsejamos hacer al menos un pequeño recorrido por su interior, diseñado con enormes lujos del siglo XX, muy bien mantenidos. 

Para acceder hay muchas opciones. La clásica, pero en algunos casos más costosa, es reservar un lugar para ir a ver una obra de teatro, un musical o cualquier tipo de evento a realizar entre sus paredes. 

Por otro lado, también existe la posibilidad de hacer un pequeño tour guiado. Esta fue la elegida por nosotros  y acá te dejamos todos los datos por si te interesa realizar un paseo similar. 

El primer Teatro Colón

Quienes sean lectores frecuentes de El Diario de Viaje ya deben estar al tanto de cómo se inicia la historia del teatro en la ciudad de Buenos Aires. 

Todo comenzó el 25 de abril de 1857 cuando se inauguró frente a la Plaza de Mayo, en la esquina donde hoy se encuentra la sede central del Banco Nación, la cual también abordamos en detalle.

Su apertura fue un éxito y pronto se llenó de espectáculos internacionales, aclamados por cientos de espectadores, provenientes de todo el mundo. 

En su máximo esplendor funcionó durante 31 años, dado que el 13 de septiembre de 1888 cerró y anunció su mudanza. ¿A donde fue trasladado? Al sitio que ocupa en la actualidad, donde funcionó originalmente la vieja Estación del Parque. 

El nuevo terreno, el cual perteneció a la primera estación ferroviaria del país y fue el lugar donde partió el primer tren argentino, es más grande y la ubicación, inmejorable. 

La “maldición” del Colón

La segunda etapa del famoso teatro inició tras la colocación de la piedra fundacional, el 25 de mayo de 1890. Había mucho interés en comenzar a construir rápido, pero la situación se complicó. 

En un principio la fecha de inauguración sería el 12 de octubre de 1892, para conmemorar el cuarto centenario del “descubrimiento” de América. Sin embargo, el edificio quedó listo recién el 25 de mayo de 1908. Casi 16 años más tarde. 

¿Qué pasó en el medio? Además de una importante demora en elegir cuál sería el diseño, los primeros arquitectos perdieron la vida en condiciones inesperadas, lo cual llevó a que la sociedad porteña considere al futuro teatro cómo un espacio “maldito”. 

El italiano Francesco Tamburini fue el primero en estar a cargo de la construcción y el diseño. Su fallecimiento, ocurrido en 1890, fue totalmente sorpresivo, dado que tenía solo 44 años. 

Tamburini sería sustituido por otro profesional nacido en Italia y llamado Vittorio Meano. A pesar de su talento, no pudo tomar muchas decisiones sobre el proyecto porque fue asesinado en 1904. Murió con 44 años. 

Las demoras para construir el Teatro Colón, sumado a las coincidencias entre los arquitectos fallecidos, montó un gran rumor en la ciudad y se cuenta que nadie quería aceptar el puesto que, una vez más, había quedado libre. 

Fue entonces que en 1905 el ingeniero belga Julio Dormal tomó las riendas del proyecto. Nada le ocurrió, pero al momento de comenzar a trabajar tenía más de 44 años. 

Un siglo de puro crecimiento

Más allá de que la construcción no se pudo concretar en tiempo y forma, todo lo contrario ocurrió luego de que el Teatro Colón abrió sus puertas en la fecha mencionada. 

Las instalaciones no se demoraron en recibir a importantes celebridades de todo el mundo sobre el escenario y también en los palcos principales, que fueron, son, y ojalá que siempre sean, una belleza. 

Hasta 1925 las temporadas estaban en manos de compañías extranjeras, pero todo cambió ese año cuando el Colón incorporó su propia Orquesta, un Ballet, el Coro y empezó a diseñar sus talleres de producción. Un contexto ideal para realizar sus propias temporadas.

Fue cuestión de meses cuando, en 1931, se municipalizó el teatro. Además de darle un mayor prestigio, la organización ya estaba en manos de los argentinos.

Y el progreso de los años 30´s concluye con otros dos sucesos muy importantes: la creación de la Escuela de Ópera (hoy llamada Instituto Superior de Arte) en 1937, y la ampliación de los subsuelos para mejorar los talleres de producción en 1938. 

Años dorados

El avance permanente que se obtuvo en la primera mitad del siglo XX, continuó de la misma manera (o mejor) en la segunda mitad. 

La fama internacional creció a la par de las instalaciones correspondientes al Teatro Colón y, además, aumentó el número de las personalidades que lo visitaban con mayor frecuencia. 

Hacia 1961 un cambio importante fue la incorporación permanente de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. 

Por otro lado, dos años después se inauguró el taller de decoración de utilería y pintado de trajes, ideal para seguir cubriendo áreas de producción en los talleres del emblemático edificio. 

Los trabajos en los subsuelos se incrementaron a tal punto que, en 1972, se llevó a cabo una mega ampliación de los mismos. Se avanzó por debajo de la Avenida Cerrito y hasta llegaron a la Plaza Provincia de San Luis. 

Y aunque lo tuvo merecido desde el primer día, finalmente en 1989 el maravilloso Teatro Colón fue declarado “Monumento Histórico Nacional”. 

Década de remodelaciones

En cuanto a lo que transitamos del siglo XXI, el teatro se mantuvo en plena restauración durante un largo periodo, iniciado en 2001 y que recién se completó en 2010. 

Además de mejorar las instalaciones y poner en valor muchos de los espacios, también sustituyeron estructuras por otras más modernas, con el único objetivo de brindar espectáculos de máxima calidad. 

Tras la reapertura del 2010 no volvió a cerrar hasta el 2020, cuando el público no pudo visitar más las instalaciones a causa de la pandemia ocasionada por el Covid-19. 

¿El mejor teatro del mundo?

Su historia quedó más que clara, pero aún nos falta debatir muchas cosas sobre el Colón. ¿Un ejemplo? Si realmente es el mejor teatro del mundo. 

La mole, que cubre 58 mil metros cuadrados, fue sometida a una encuesta realizada por el experto en acústica Leo Beranek, y dirigida a destacados directores internacionales de ópera y de orquesta.

El esperado resultado arrojó que el Teatro Colón cuenta con la sala con la mejor acústica para ópera y la segunda mejor para conciertos del mundo. Detalles muy importantes. 

Por fuera de la encuesta, cada uno es libre de opinar como quiere y de elegir, según sus apreciaciones, cuál es el mejor teatro del mundo. Mencionamos el dato solo para visualizar la importancia del “gigante” argentino ante los ojos del planeta. 

El centro del espectáculo

Todos los espacios del Teatro Colón son bellísimos, pero hay algunos que se destacan por lo que allí ocurrió en los últimos 112 años. 

Indiscutiblemente el sector más famoso es la sala principal. Tiene forma de herradura, se distribuye con palcos hasta el tercer nivel y alcanza un diámetro máximo de 32,65 metros, el cual se complementa con los 28 metros de altura. 

Como era de esperar, con tantos metros cuadrados disponibles, la capacidad es inmensa. El teatro puede albergar a 2.478 espectadores sentados y a otros 500 de pie. Los 2.978  pueden disfrutar cada espectáculo con excelentes comodidades. 

Y con tantos ojos en un mismo salón, todos se dirigen hacia el escenario de última tecnología. Tiene 35,25 metros de ancho por 34,50 de profundidad y, entre tantas herramientas, cuenta con un disco giratorio para cambiar de escena a toda velocidad. 

Tanta belleza junta es inmejorable, pero aún nos queda hablar del foso para los músicos. Entre el público y el escenario, hasta 120 expertos de una orquesta pueden tocar al mismo tiempo, envolviendo con sonidos exquisitos a toda la sala. 

Una cúpula que se roba todas las miradas

Durante nuestro paseo por el Teatro Colón pudimos apreciar cada sector. Desde el Pasaje de Carruajes abierto al público y hasta la sala principal, recorrimos sitios hermosos. 

Los pasillos con columnas doradas y enormes lámparas estilo “araña” llaman mucho la atención, pero no hay que olvidar la enorme cúpula que cubre la sala principal. Uno de los rincones más especiales del teatro.

Tiene 318 metros cuadrados, fue inaugurada en los años 30 con pinturas de Marcel Jambon y, aunque tuvo sus restauraciones en manos de pintores argentinos, nunca perdió su belleza. 

El teatro de los argentinos

Argentina se destaca a nivel internacional con sus producciones culturales, por eso, no es difícil encontrar teatros muy importantes en cada provincia del país. 

Sin embargo, el Teatro Colón es diferente. Pisar su escenario frente a una multitud es lo que cualquier músico, bailarín, cantante, y/o actor, desea. El punto cúlmine de su carrera. 

Para el resto de los mortales, visitar el Colón también es un momento único en la vida y que muy raramente olvidará con el paso del tiempo. 

Más allá de que el teatro no sea lo tuyo, no podés perdértelo en tu visita a Buenos Aires. Cómo ya explicamos, hay muchas opciones para conocerlo en detalle y seguro alguna encaja perfecto con tus intereses viajeros. ¡A disfrutarlo!

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