En mi aventura para conocer este milenario Glaciar Martial atravesé muchos sentimientos que me impulsaron a alcanzar la cima, mientras disfrute cada paso del camino.
No hace falta llegar al punto más alto para mejorar la experiencia, dado que el paisaje es hermoso desde todos los sectores.
Luego de tomar el camino equivocado y perderme, empecé de nuevo sobre el pavimento.
Sin agua y con mucha hambre, finalmente completé el recorrido hasta la base del Glaciar Martial donde hay una enorme playa de estacionamiento para todo tipo de vehículos, además de dos lugares para probar exquisitas comidas regionales: La Cabaña y Refugio de Montaña.
Cómo el primero estaba repleto de turistas, crucé la calle al Refugio de Montaña.
Afuera el termómetro marcaba 1°C, por eso fue reconfortante disfrutar un buen plato de guiso caliente, acompañado de una copa de vino.
Tras finalizar el almuerzo con un café, compré una nueva botella de agua y seguí mi rumbo sin saber todo lo que estaba a punto de descubrir.
Durante todo el trayecto es importante elongar los músculos y más cuando se pasa del frío patagónico a un ambiente cálido. Yo olvidé hacerlo y el cuerpo me pasó factura cuando inicié el segundo tramo de la caminata.
Familias con niños, parejas y hasta gente mayor recorren cada día el sendero principal, que durante muchos inviernos se utilizó como pista de esquí. Sin embargo desde el 2014 esta atracción se encuentra cerrada y el camino queda completamente bloqueado por nieve en los meses más fríos de la temporada.
El Gobierno Provincial de Tierra del Fuego habría iniciado un proyecto para reactivar dos estaciones en este lugar a mediados del 2020, pero frente a la emergencia sanitaria por el Coronavirus la fecha para finalizar las obras podría extenderse.
Una guerra contra el fuerte viento patagónico
Yo elegí un día complicado para realizar este paseo por el Glaciar Martial. Si bien les conté que el clima fue agradable al comienzo, todo cambió cuando estuve frente a la imponente masa de hielo.
Cómo tenía puesta tres capas de ropa sobre mi torso, una calza térmica y un pantalón, el frío no fue un problema, pero en muchas ocasiones pensé regresar por las fuertes ráfagas.
Con pasos firmes logré llegar hasta una plaza integrada por sólo dos bancos y donde el camino original se divide en dos. Por un lado está el “sendero del filo” que tiene una dificultad moderada pero hasta enero del 2020 se encontraba cerrado por mantenimiento.
La segunda y única opción que tuve para continuar el trekking fue tomar el “sendero al glaciar”.
El camino es tentador porque conduce al corazón del Martial, pero un cartel indica que es difícil ya que su extensión es de 1.7 kilómetros, tiene un desnivel de 277 metros y se eleva hasta los 835 metros de altura sobre el nivel del mar.
Cómo era mi segundo día en Ushuaia, tenía energía de sobra para intentar completarlo con mucha precaución.
Sin embargo no es recomendable transitarlo durante días muy ventosos porque las ráfagas pueden desestabilizarnos y provocar caídas sobre algunas de las pendientes señaladas.
Ir y volver me llevó prácticamente 2 horas, pero todo lo que viví durante ambos trayectos se los cuento en esta segunda publicación.