Argentina es un país enorme y a lo largo de sus 23 provincias existen muchos lugares de reconocimiento internacional, pero sí hay que elegir uno, creemos que el Obelisco es el más famoso. 

Ubicado en el barrio de San Nicolás, entre la Avenida 9 de Julio y la Avenida Corrientes, es un verdadero icono argentino. Todos los visitantes desean conocerlo desde que llegan al país y a nosotros, que ya lo vimos cientos de veces, nos sigue sorprendiendo. 

Su historia no es tan antigua porque la torre tiene 84 años. Sin embargo, mucho pasó a su alrededor y vale la pena explorar cada situación en detalle. 

No podes irte de Buenos Aires sin antes conocerlo. Además de estar emplazado en un sitio privilegiado, es un emblema nacional. Londres tiene su Big Ben, Nueva York al Empire State, París a la Torre Eiffel y Buenos Aires al Obelisco. 

Todo comenzó en los 30´s

En el desarrollo de otras notas te contamos como la ciudad porteña fue creciendo con el paso de los siglos y, de todo el análisis realizado, llegamos a la conclusión que el Barrio de San Nicolás evolucionó mucho entre 1930 y 1940. 

En aquella década se amplió la Avenida Corrientes, se habilitó el primer tramo de la 9 de Julio, dos líneas de subterráneos estrenaron sus servicios y, como ya quedó claro, se construyó el Obelisco. 

Las obras empezaron con una decisión polémica. Había que demoler la histórica Iglesia de San Nicolás de Bari, ubicada casi en el mismo sitio donde hoy se encuentra la mole blanca. 

No hubo dudas. El templo se trasladó y el original, donde se izó la bandera argentina por primera vez en Buenos Aires, desapareció inmediatamente. 

El paso siguiente era montar los cimientos del Obelisco. Fue precisamente el 3 de febrero de 1936 cuando el arquitecto Alberto Prebisch fue elegido para organizar el mega proyecto, finalizado en tiempo récord. 

La obra comenzó el 20 de marzo de 1936 y se inauguró el 23 de mayo del mismo año. En solo dos meses elevaron la torre más famosa de la Argentina, en una de las esquinas más nombradas a nivel internacional. 

El detrás de escena

Completar un trabajo de ese tipo y en aquella época, donde la tecnología ni se parecía a la actual, era todo un desafío. Más si se tiene en cuenta el poco tiempo demorado. Claro que solo se pudo conseguir con muchos obreros. 157 para ser exactos. 

Los trabajos no cesaron en ningún momento y, para conseguir una ventaja temporal, se empleó cemento Incor de endurecimiento rápido. Un plan milimétrico que dio resultado. 

¿Fue un proyecto muy caro? Y… Depende. A plata de ese momento costó lo esperado, pero si se lo compara con los valores actuales, la cifra es muy inferior al promedio. Se necesitaron 200 mil pesos. 

En cuanto a los materiales, fueron utilizados 680 metros cúbicos de cemento y 1360 metros cuadrados de piedra blanca, trasladada desde Pampa de Olaen, en la provincia de Córdoba. 

Repetimos. Todo fue planificado de manera específica para que no se comentan errores y completar muy rápido la construcción del Obelisco. 

El Subte le dio “una mano” muy importante

Es normal que tengas la duda de cómo la Línea B del metro porteño, recientemente inaugurada, ayudó en esta obra tan precisa. Te lo contamos a continuación. 

Resulta que el recorrido subterráneo circula exactamente por debajo del Obelisco, entonces, no hubo inconvenientes para colocar los cimientos de la torre sobre los techos del túnel, diseñado para el recorrido de las formaciones. 

Se planteó la idea, fue autorizada y se obtuvo un resultado excelente: menos horas de trabajo y una reducción de gastos notable. 

Un pequeño percance

Tal cual mencionamos en párrafos anteriores, el 23 de mayo de 1936 el Obelisco se estrenó frente a miles de personas que presenciaron la inauguración. Festejos, bailes y todo tipo de espectáculo se llevaron a cabo para honrar la fecha. 

Pasaron los años y claro que seguía siendo admirado por muchos, pero tanta fama requirió hacer una importante modificación en cuanto a la estructura. 

¿Qué ocurrió? Tan solo un día después de un acto escolar realizado a sus pies en 1938, una de las placas de piedra del Obelisco cedió y aplastó una grada que había sido utilizada por los escolares 24 horas antes. 

Aunque no hubo heridos, fue una prueba del peligro que representaba para los peatones de la zona. Eso motivó a quitar todas las piedras para sustituirlas por un revoque de cemento e imitar el diseño original con 620 litros de látex. 

Símbolo de cultura nacional

El Obelisco de Buenos Aires no es solo un punto turístico de reconocimiento internacional o una obra maravillosa de la arquitectura nacional. También tiene una importancia cultural enorme, expresada de formas muy distintas. 

Este punto es elegido por miles de personas para manifestarse. Pueden ser manifestaciones buenas, como por ejemplo festejar que un equipo de fútbol salió campeón, o manifestaciones no tan buenas, para reclamar sobre alguna falencia. 

No hay punto medio. Todo se vive con intensidad en esta zona donde, cuando está tranquila, es frecuentada por miles de vehículos a toda hora y recibe la luz de muchas publicidades estilo LED que aparecen en lo alto de edificios linderos. 

El Obelisco nunca duerme. Sea cual sea el motivo, siempre lo rodea alguna expresión de la cultura local que lo vuelve aún más especial. 

Aunque sería imposible enumerar a cada una de ellas, con el paso de los años algunas fueron excepcionales y hasta utilizaron la enorme torre blanca de protagonista. 

El Obelisco y sus facetas

Durante los últimos días del año 1973, la estructura apareció decorada como un árbol de Navidad. Generó un impacto positivo en la gente y eso sirvió de motivación para seguir aprovechándolo en múltiples ocasiones. 

Hacia 1975 se lo utilizó para dar dos mensajes importantes a cada ciudadano: “El silencio es salud” y “Mantenga limpia Buenos Aires”. ¿Habrán funcionado? 

La motivación de decorar el Obelisco motivó a los artistas callejeros, que pronto comenzaron a dejar su firma con aerosoles. Para evitar las expresiones, no deseas en este caso, en 1987 se colocó una reja perimetral que todavía permanece. 

Y aunque la ciudad se modernizó y hasta hubo un cambio de siglo en el medio, no se perdió nunca la importancia cultural del sitio para este tipo de ocasiones. 

El 1 de diciembre de 2005 todo el obelisco amaneció cubierto de un preservativo rosa gigante para conmemorar el Día Mundial de la Lucha contra El Sida. 

Casi cuatro años después, el 7 de agosto de 2009, fue decorado con el lema Say No More, de Charly Garcia, para anunciar y festejar la vuelta del emblemático músico argentino. 

¿Cuál fue la última? La realizada por el comienzo de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018. Espectáculos musicales, show de luces y hasta acróbatas con arneses que descendían por los laterales del Obelisco, fueron parte del maravilloso evento. 

¿Qué hay en el interior del Obelisco? ¿Se puede visitar?

El subtítulo deja expuestas dos de las preguntas más clásicas que cualquier persona realiza cuando observa el monumento por primera vez. Tranquilo/a, no te vamos a dejar con las dudas. 

En cuanto a la primera, es muy sencilla: no hay casi nada. Detrás de las paredes existe un interior hueco, que se mantiene perfectamente desde su creación pero no es muy atractivo. 

Luego de atravesar la única puerta de entrada, localizada en la cara oeste, encontrarás una escalera “marinera” de 206 escalones con siete descansos cada ocho metros y uno a seis metros. 

Tras escalar con arneses hasta la cima podrás ver un pequeño espacio vacío, rodeado por cuatro ventanas con persianas metálicas. Desde allí se pueden obtener vistas únicas a toda la ciudad de Buenos Aires. 

Pero no te ilusiones. El Obelisco tiene una altura máxima de 67,5 metros. Aunque en su momento si era de las torres más altas, hoy está rodeado por otros edificios con una altura muy superior. 

Y… ¿Las visitas?

No olvidamos darte esta respuesta, pero debemos advertir que quizás te desilucionas. Las visitas al interior del Obelisco son muy limitadas, se organizan de manera esporádica y los cupos se agotan en cuestión de minutos. 

Si tenés el privilegio de conocerlo por dentro, escalar hasta la cima será una actividad bastante cansadora. Como ya mencionamos, no es un sitio preparado para todo tipo de turista y la única escalera es de mantenimiento. 

Obvio que de tener la posibilidad, nunca hay que rechazarla. La experiencia es única y desde lo más alto se obtienen panorámicas especiales, imposibles de obtener desde cualquier otro sitio. 

Leyendas e inscripciones

Su fama internacional generó que, con el paso del tiempo, varias leyendas se formaran a su alrededor. 

La más famosa quizás sea la que habla de una caja de hierro colocada en su interior, donde habría guardada una foto del jefe de máquinas de la construcción y una carta a ser leída antes de demolerlo. 

Por otro lado, lo que sí podemos verificar son las inscripciones talladas que aparecen en sus cuatro caras, a pocos metros de altura con respecto a la base. 

¿Qué dicen? Una menciona la primera fundación de Buenos Aires en 1536, otra señala la segunda fundación en 1580, la tercera anuncia la fecha en la cual se izó la primera bandera mencionada, y la última recuerda la federalización de la ciudad.

Un espacio único

No hay dudas que el Obelisco fue, es y será siempre un símbolo de los argentinos. Más allá de las múltiples ideologías que haya a lo largo y ancho del país, nadie puede negar la importancia cultural de la torre. 

Por suerte, con el paso de los años cada vez es más lindo. Ojalá que lo mantengan así por siempre dado que Buenos Aires sin su Obelisco, no es Buenos Aires.

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