Mendoza, una de las provincias más importante del país que tiene fama internacional por sus excelentes vinos y su paisaje único, no podía quedar fuera de nuestro itinerario a la hora de elegir un lugar para vacacionar.  

Si bien desde Buenos Aires hay una gran oferta aérea para unir ambas ciudades en menos de dos horas, nosotros elegimos una vez más las rutas argentinas para disfrutar el viaje desde el primer segundo. 

En plena madrugada guardamos todos los bolsos y salimos a la aventura. La ruta más frecuente en estos casos es la N°7, pero en ese entonces había muchas zonas que estaban en mantenimiento por grandes inundaciones en el centro de Argentina y por eso tomamos la N°8, que hace prácticamente el mismo recorrido. 

San Antonio de Areco, Arrecifes y Pergamino fueron algunas ciudades bonaerenses que aparecieron pronto en el camino, antes de cambiar a la provincia vecina. Debido a que era muy temprano y teníamos un largo trayecto por delante, no nos detuvimos en ninguna. 

Luego de cruzar Venado Tuerto en Santa Fe, ingresamos a Córdoba y nos detuvimos a almorzar en la histórica ciudad de Río Cuarto. Sin lugar a dudas es un destino muy recomendado para vacacionar, pero nosotros permanecimos menos de dos horas porque teníamos que seguir viaje hasta la primera parada. 

Quedé enamorado de Potrero de los Funes

El ingreso a San Luis tampoco lo realizamos de la manera más tradicional. La salida de Río Cuarto fue por la Ruta Provincial N°30 que es utilizada prácticamente por los argentinos que viven o trabajan en los alrededores. 

Gracias al poco tránsito, logramos seguir viaje con total normalidad y disfrutamos cada cambio de paisaje. Tras dejar al pueblo de Achiras en el retrovisor, descubrimos La Punilla que está emplazada justo en el límite interprovincial. 

Desde este sitio elegimos la Ruta Provincial 10 para luego conectar con la N°20. A simple vista parece un camino muy complejo, pero todas las calzadas son de asfalto y están en perfectas condiciones. 

Previo a llegar al lugar donde pasamos la noche, dimos un breve recorrido por Potrero de los Funes. Al día de hoy me arrepiento no haber dedicado más tiempo a este lugar, que está rodeado por un precioso embalse, tiene casas escondidas entre las sierras arboladas y hasta una pista profesional de carreras en el medio. 

En el corazón de San Luis

Acceder a la ciudad fue muy sencillo y nos tomó poco tiempo. El gran sistema de avenidas orientan perfecto al viajero que las recorre por primera vez y están bien mantenidas. 

Los 867 kilómetros que habíamos recorrido hasta acá nos tenían un poco cansados y fuimos derecho a la habitación que teníamos reservada en el Hotel Belgrano. 

A pesar de no tener lujos, es una opción de alojamiento ideal para disfrutar la ciudad con poca plata. Está a solo seis cuadras de la plaza principal, las camas son cómodas, las duchas funcionaban perfecto y tiene servicio de desayuno. 

Tras un buen baño salimos a disfrutar nuestra primera y única noche en la capital de la provincia. Calles arboladas, ocupadas por históricas construcciones que ya forman parte del paisaje, es lo que pudimos observar a simple vista. 

La Plaza Pringles es ideal para sentir lo que es un sábado a la noche en el lugar y está rodeada por diferentes paseos comerciales para todos los gustos. 

¡Llegamos a Mendoza! 

Temprano por la mañana nos despedimos de San Luis con el fin de completar el último tramo de 258 kilómetros hasta nuestro destino. En este caso utilizamos la famosa Ruta N°7, que hasta ese momento estaba en buenas condiciones. 

A medida que nos acercabamos al centro, el paisaje cada vez se puso más lindo. Las montañas con picos nevados aparecieron en el horizonte 30 minutos antes de llegar y con el correr del tiempo pudimos observar las primeras casas de las afueras de Mendoza. 

El día que llegamos hacía mucho calor y el auto estaba cargado de valijas, por eso, al igual que la noche anterior, fuimos directamente al Hotel San Remo que sería nuestro punto de partida para todas las aventuras realizadas en la ciudad. 

La habitación que nos tocó estaba dividida en dos: el sector matrimonial se separa por un pasillo de la segunda parte donde hay tres camas. En líneas generales es un lugar muy reconfortante, económico y la atención que recibimos fue de maravilla. 


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