El ferrocarril argentino es un medio de transporte emblemático del país y el barrio de Constitución, ubicado en pleno corazón de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fue clave para su crecimiento a nivel nacional. 

Aunque la primera locomotora que rodó por estos suelos fue “La Porteña” en el año 1857 y partió desde la estación Parque, ubicada donde hoy está el Teatro Colón; el barrio que acabamos de mencionar permitió que el viaje en tren empiece a ser cada vez más largo. 

Hoy es imposible pensar a Constitución sin el tren. Más allá que no utilices el medio de transporte o vivas a miles de kilómetros del barrio, cada argentino sabe que este sitio es sinónimo de ferrocarril. 

La primera estación Constitución

Esta comuna empezó a crearse en los tiempos de la colonia, tal cual lo mencionamos en la nota anterior. Sin embargo, el tren llegó muchos años después y la primera estación Constitución comenzó a construirse el 7 de marzo de 1864. 

El edificio era totalmente diferente a la mole que se puede conocer ahora y era operado por los británicos, quienes habían llegado desde Europa con el ferrocarril. 

A mediados del siglo XIX, mediante la firma Grand Ferrocarril del Sud, ellos instalaron un primer tramo largo del ferrocarril argentino hasta Chascomus. 

La nueva estación central fue diseñada con dos plataformas (una destinada al ingreso de los trenes y otra para su egreso) y, como adicionales, en los alrededores sólo había galpones de madera para guardar mercadería, además de una cochera. 

Su ubicación era ideal porque, además de generar un fácil acceso a los pasajeros, todos los comerciantes, en su mayoría ubicados frente a las instalaciones, en la futura Plaza Constitución, lograban enviar sus productos con mayor facilidad. 

En cuanto a la primera sección de la línea ferroviaria, fue lanzada el 14 de agosto de 1865 rumbo a Jeppener. Fue un año importante porque la estación recibió en esos días el nombre que luce hasta este momento. 

Cuatro años más tarde, el primitivo edificio logró conectarse con la famosa estación Parque, que al día de hoy ni rastros quedaron. 

El momento de la inauguración

Estación Constitución había sido un éxito rotundo. Día a día era visitada por más ciudadanos porteños y eso motivó a montar en el mismo lugar un nuevo complejo ferroviario, construido entre 1885 y 1887.

¿Por qué un nuevo edificio? La cantidad de viajeros que hacían uso del ferrocarril argentino era tan grande que hacia 1870 todos los espacios comunes quedaron pequeños. No soportaban la enorme demanda. 

Constitución II, como se lo llamó en su momento, fue muy diferente al primero. Además de tener casi el doble de metros cuadrados, todo el establecimiento se montó inspirado en el Castillo de Maisons-Laffitte, de Francia.

El modernismo permitió que las tres plataformas (se sumó una más) fueran similares a las europeas, tapadas por un techo vidriado con el objetivo de iluminar mediante la luz solar y reforzadas con los mejores materiales disponibles en la época. 

La construcción principal estuvo lista en 1885. Una vez que se sumaron nuevos galpones en 1886 y se concluyeron las obras en dos puentes de hierro (uno para pasajeros y otro para los carros) todo se inauguró a puro lujo.

Una vez terminadas las obras, el contexto ameritaba una fundación formal bajo el nuevo nombre y así fue. Se le colocó Constitución, igual que al barrio que la rodea, en honor a la Constitución Nacional recientemente establecida (1853).

Constitución III

Tras la enorme fiesta de apertura, que se llevó a cabo el 1 de enero de 1887, se pensó que la construcción quedaría así para siempre, pero no. Antes de terminar el siglo sería sometida a un nuevo proceso de ampliación y restauración. 

Los trabajos de Constitución III iniciaron en 1898. Fue un proyecto enorme, que nada tenía que ver con la primitiva terminal ferroviaria de 1865. El sitio se expandió a 9 plataformas, modificó su cochera para albergar hasta 36 vehículos y montó un depósito que podía recibir un máximo de 12 locomotoras. 

Fue un proceso largo pero con excelentes resultados. Entre 1901 y 1902 se inauguraron las primeras cuatro plataformas, además de llevar a cabo una renovación completa en el edificio ferroviario.

Ya para 1903 el lugar seguía evolucionando y recibía a 3.3 millones de pasajeros por año que hacían uso del ferrocarril argentino. Una cifra inimaginable en sus primeros días. 

Un crecimiento imparable

El primer tramo del siglo XX fue una maravilla. Además de lo ya mencionado, en 1906 se sumaron las plataformas 5 y 6 y se llevó a cabo la construcción de un entrepiso en el hall central. 

La única mala noticia de aquel año fue un gran incendio que afectó principalmente a los galpones de carga. Ese fue el motivo de por qué durante un largo periodo de tiempo posterior al suceso, solo funcionaron trenes de pasajeros, los de encomienda y los lecheros. 

Las obras continuaban. Ya para 1907 cerca de 9.8 millones de personas utilizaban las instalaciones cada año y eso impulsó a armar otras tres plataformas en 1909: la número 7, una destinada a trenes lecheros y una con destino al depósito de locomotoras. 

El único periodo en que Constitución no siguió creciendo fue a partir de 1914, debido al parate mundial ocasionado por la Primera Gran Guerra. Sin embargo, los pasajeros continuaron frecuentando la zona y a finales de ese año ya se contabilizaban 18 millones. 

La mole de nuestros días

Terminado el conflicto bélico, la estación de Buenos Aires empezó a planificar una nueva remodelación que finalmente dejó al edificio tal cual lo disfrutamos en nuestros días. Se lo conoció cómo “Constitución IV”. 

Aunque el proyecto ya estaba diseñado en 1922, se esperó hasta agosto de 1925 cuando el Príncipe de Gales llegó de visita a Buenos Aires. La colocación de la piedra fundamental de la nueva obra, entre los andenes 1 y 2, ocurrió el 19 de septiembre de aquel año. 

Los trabajos fueron muy grandes. Se empezó por las nuevas playas de encomiendas, depósitos de cargas, galpones, se colocaron los famosos topes hidráulicos, inauguraron nuevos sectores del techo y se terminaron las plataformas 11,12, 13 y 14. 

Hacia el final del proceso, se levantó el gran hall con su enorme techo que cruza el ancho de la estación por completo. Los historiadores señalan que es uno de los más grandes del mundo. 

La incorporación del subte

A no confundirse. El barrio se llama Constitución, frente a la estación (llamada Constitución) está la Plaza Constitución y, por debajo del nivel de calle, hay una histórica estación de subterráneo que tiene el mismo nombre que la ferroviaria, desde el 24 de abril de 1933. 

En la antigüedad allí funcionó la Línea C y la Línea E, pero desde 1966 que la única con servicio a la famosa estacion es la primera, considerada una de las más históricas del país. 

Conecta Estación Constitución con la Estación Retiro. Además de las importantes paradas en el medio, que te dejan en el corazón de Buenos Aires, une las dos terminales de trenes más importantes de la ciudad. 

Historia y modernidad

La famosa estación del centro porteño no volvió a ser reconstruida y, al menos de momento, no hay novedades de montar una “Constitución V”. Sin embargo, en los últimos años se sometió a importantes trabajos de restauración para preservar la estructura histórica. 

Por otro lado, también supo modernizarse. Ahora tiene pantallas led enormes para avisar el estado de los trenes, hay comercios, escaleras mecánicas y múltiples accesos desde todas las calles linderas, así como también desde el Subte. 

Los viajes son realizados por el Ferrocarril Roca y tienen servicios eléctricos hacia diferentes estaciones cabeceras como Ezeiza, Glew, Bosques, Alejandro Korn y La Plata. 

Dentro de los viajes urbanos, pero ya con un cambio a trenes Diésel, permiten llegar a Chascomús, Cañuelas, Lobos, San Miguel del Monte, y  Gutiérrez.

Por último, dentro de los trenes de pasajeros, también desde Constitución parten los viajes de larga distancia con destino a Mar del Plata y Bahía Blanca. Antiguamente tenía muchos más, pero con el tiempo salieron de servicio. 

La estación del ferrocarril argentino es una belleza y siempre lo será. Su promedio de 156 millones de pasajeros al año, que la convierten en la más grande y transitada del país, refleja la realidad: casi todos tenemos un recuerdo en Constitución.

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