Pasear por el centro de Lobos es una maravilla pero, luego de tanta caminata, el hambre no demora en llegar y para eso hay una solución: comer un rico asado en el Restaurante “El Pescador”, frente a la famosa laguna. 

La segunda experiencia que tuvimos como Embajadores Locales de Destinos Turísticos Inteligentes fue una maravilla desde el comienzo y mantuvo el nivel hasta el momento de despedirnos. 

Tras desayunar en el Cine Teatro Italiano, descubrimos el centro, llegó el mediodía y en la Plaza 1810, donde terminó el recorrido, nos subimos a una combi del municipio para viajar hacia la Laguna de Lobos. 

El trayecto es rápido porque no hay mucha distancia a recorrer. Solo 15 kilómetros separan al casco histórico del bonito espejo de agua con 800 hectáreas de superficie. 

Una vez en el lugar, descendimos y con los demás embajadores aprovechamos la ocasión para tomar algunas fotos, además de conocer nuevos detalles históricos sobre el sitio. 

La laguna

Desde hace 70 años que la Laguna de Lobos es un punto muy turístico. Recibe visitas todos los meses gracias a los fanáticos de la pesca, amantes del camping o simplemente viajeros que buscan un espacio rodeado de naturaleza. 

Es el plan ideal para un fin de semana porque no está lejos de otros municipios como San Miguel del Monte, Navarro o la Ciudad de Buenos Aires.

Los sábados suele haber mucha gente, pero los domingos es furor. Antes de la pandemia, miles de personas llegaban a mantener viva la tradición compartida por todas las generaciones. 

Además del atractivo natural, el sitio es ideal para quienes practican deportes acuáticos como kitesurf, windsurf, remo, canotaje, esquí y/o motonáutica, entre otros. La temporada para disfrutar el agua es entre diciembre y marzo, cuando llegan los días calurosos. 

Y es imposible hablar de la Laguna de Lobos sin mencionar al Club de Pescadores, presente en la zona desde 1945. El mismo reúne a muchos fanáticos que llegan para tirar la caña en busca de dientudos, tarariras, bogas, bagres, carpas y mojarras.

Su historia

La zona de la laguna es la responsable de que Lobos tenga ese nombre, dado que en el siglo XVIII, durante exploraciones jesuíticas, un grupo descubrió el paisaje y allí se encontraron con “lobitos de mar”. 

Por aquél momento era común llamar así a las nutrias y por eso, al trazar los mapas desde Europa, bautizaron al lugar como “L.Lobos”. 

Lo más curioso es que tampoco se cruzaron con nutrias. El animal acuático observado, presente hasta en la actualidad, son los coipos. 

Aunque los exploradores pasaron por aquí hace más de 200 años, el movimiento turístico llegó a mitad del siglo XX, precisamente en los años 50 con el inicio de la pesca deportiva. 

Poco a poco la zona se fue poblando y quedó en manos del Municipio de Lobos, que decidió fundarla como “Localidad de Villa Loguercio” el 15 de junio del año 1953. 

¿Y ese nombre? Aún lo mantiene y fue colocado en homenaje a la familia que antiguamente era dueña de las tierras donde hoy está la Laguna de Lobos. 

Crecimiento inevitable

La evolución de todo lo mencionado es lo que observamos durante los primeros instantes del paseo. 

Ya desde el ingreso se puede notar cómo los campings rodean la calle principal y las diferentes zonas habilitadas para hacer deporte.

La combi se detuvo sobre la Calle 1: el sitio más urbanizado, donde están casi todos los comercios que crecieron junto a la localidad en estos últimos 71 años. 

El sitio está preparado para el turismo, lo cual es una buena noticia. Además, el panorama a simple vista nos da la impresión que Villa Loguercio es el hogar de muchas personas, cuando solo tiene 400 habitantes estables. 

Obvio que hay otras actividades, pero la mayoría están involucradas de manera directa o indirecta al turismo. El paisaje colabora, entonces el plan es brindarle un servicio espectacular al visitante para que regrese en un futuro cercano. 

Y, con el objetivo de fomentar aún más la cultura local, desde 1988 en la Laguna de Lobos se organiza la Fiesta del Pescador Deportivo. 

El evento, declarado de Interés Municipal, Provincial y Nacional, es un clásico. Miles de personas lo presencian cada año para hacer deporte, pescar, comer rico, presenciar shows musicales sobre el escenario acuático y hasta elegir la Reina del Pescador Deportivo. 

Asado en un lugar histórico

Luego de las fotos, llegó el momento de almorzar y para concretar ese paso solo hizo falta cruzar la calle. Allí nos esperaba una mesa larga, toda preparada, en las puertas del Restaurante “El Pescador”. 

Algo sabíamos, pero nos enteramos con detalles una vez que tomamos asiento. Resulta que dicho comercio fue el primero de su tipo frente a la laguna y de los principales impulsores turísticos. 

Embajadores de Destinos Turísticos Inteligentes en la visita a Lobos - Buenos Aires.

Hacia 1953 el sitio empezó a preparar excelentes almuerzos y cenas, al mismo tiempo que construía el local y diseñaba un hotel en el fondo del terreno, también pionero de Villa Loguercio.

La familia puso toda su confianza en que el lugar sería muy visitado y la jugada salió perfecta. Al poco tiempo, cientos de pescadores llegaron a sus mesas para disfrutar múltiples sabores.

Los años pasaron y los dueños también crecieron. Hoy el hotel se llama de la misma manera pero ya no es administrado por la familia original. Sin embargo, mantiene su locación, ofrece 18 habitaciones y es de los alojamientos mejor puntuados en Lobos. 

¿Y el restaurante? En este caso los primeros dueños continúan al mando, con intenciones de mejorar el excelente servicio que los caracterizó durante siete décadas. 

Opciones para todos

Al momento de degustar, nos sorprendieron con todo tipo de cortes. Las famosas “achuras” y los clásicos cortes fueron protagonistas de la parrillada que disfrutamos sin límite. 

Aunque en el local son expertos en carne, en los últimos años se perfeccionaron y ahora ofrecen un menú más amplio, con opciones para comensales vegetarianos y veganos. 

En el grupo había dos Embajadoras DTI veganas, que desde el primer momento recibieron platos abundantes, acorde a sus preferencias. No los probamos pero escuchamos su devolución luego del primer bocado y ambas coincidieron en que estaba “muy rico”. 

Minutos más tarde llegó el postre: un flan exquisito con dulce de leche que, según la moza, es la especialidad de la casa. Realmente un sabor único, imposible de describir con el teclado de esta computadora. 

A seguir el paseo

Cerca de las 14 horas nos levantamos agradecidos por la invitación gastronómica. Saludamos a todos los del restaurante y volvimos a la combi para iniciar la última aventura del paseo. 

¿A dónde fuimos? Rodeamos la Laguna de Lobos para visitar la otra costa, donde nos esperaban muchas sorpresas más, dignas de ser plasmadas en la próxima nota.

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